31 mar 2011

SONETOS SACROS, de John Donne


La poesía es la letra de la canción, aunque hace mucho tiempo que se independizó de ella. Los aedos cantaban las epopeyas de Homero. La Eneida ya no se cantó, al parecer. Volvieron a cantar los trovadores de Provenza, y luego los madrigalistas del Renacimiento, y la ópera.

Aunque no se cantara, la poesía conservó casi intacto su carácter oral hasta bien entrado el siglo XX. Ni siquiera el ‘poema tipográfico’ de Mallarmé Un coup de dés jamais n’abolira le hasard, en el que se juega con el tamaño de los tipos y su disposición en la página, cuestiona ese carácter. Dice el poeta en el prefacio: "La diferencia de los tipos de imprenta entre el motivo preponderante, uno secundario y adyacentes dicta su importancia a la emisión oral y la situación, en medio, arriba o abajo de la página, marcará que sube o baja la entonación." Más adelante, Mallarmé reconoce que "el intento participa de objetivos particulares y caros a nuestro tiempo, el verso libre y el poema en prosa." Los objetivos de Mallarmé y su tiempo triunfaron a la larga, sobre todo en el caso del verso libre. El poema en prosa, si es lo mismo que el oxímoro llamado prosa poética, no ha tenido gran éxito, al menos en España. Salvo ilustres excepciones (Juan Ramón Jiménez, Gabriel Miró) es casi siempre prosa redicha.

El verso libre ha afectado mucho a la traducción de poesía. Antes de su aparición, la poesía se traducía en verso, es decir "conjunto de palabras sujeto a medida y cadencia", a pesar de la sensata advertencia de Dante: "Y, sin embargo, sepa cada uno que ninguna cosa armonizada por vínculo musaico se puede trasladar de su lengua a otra, sin romper toda su dulzura y armonía." Ningún traductor niega esa pérdida; sólo trata de aminorarla. Traducir poesía en prosa es limitarse a informar de su contenido semántico. Una traducción así no puede cantarse ni recitarse; niega el carácter oral de la poesía.

He disfrutado traduciendo los Holy Sonnets de John Donne (1572-1631), el poeta conceptista inglés, o mejor metafísico, según la arbitraria calificación del Dr. Johnson. Izaak Walton, que escribió su biografía en 1640, dice que vivió varios años en Italia y España y que "regresó perfecto en sus lenguas." También he leído que tenía un libro de poesía de San Juan de la Cruz.

Los Holy Sonnets están escritos en pentámetros yámbicos (un yambo es un pie de dos sílabas, una átona y otra tónica), el verso clásico de Chaucer, Shakespeare, Wordsworth, etc. El soneto inglés difiere del italiano y español: consta de tres cuartetos y un pareado, en lugar de dos cuartetos y dos tercetos. La diferencia afecta básicamente a la organización de las rimas. Aunque he traducido los sonetos en endecasílabos blancos, he mantenido la disposición tipográfica inglesa porque el pareado final (heroic couplet) condensa casi siempre la resolución del concepto planteado.
Verter un soneto inglés en un soneto español supone siempre una pérdida, por pequeña que sea, de significado. Por ejemplo, en el segundo cuarteto del soneto II, el poeta se declara son, servant, sheep, image y temple de Dios. Sólo sheep ha caído en la versión española, con una declaración por verso. En los dos primeros versos del soneto XI hay seis verbos. No he logrado incluir buffet, abofetear. En el soneto XIII the picture of Christ crucified se ha quedado en ‘el crucifijo’. Una pérdida de sentido más grave es la del último verso del segundo cuarteto del soneto XV, donde he traducido Sabbath’ endless rest por ‘descanso’. El segundo verso del segundo cuarteto del soneto XVII To seek thee, God; so streams do show the head lo he traducido "para buscarte, Dios, como venero". Creo, en todo caso, que estas pérdidas no afectan al concepto particular de ninguno de los sonetos, que he procurado salvar de todos los accidentes.
En el margen de esta página se puede encontrar Sonetos sacros, mi traducción de John Donne. El texto original, Holy Sonnets, se puede ver en http://www.luminarium.org/

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